The Bark Pavilion is a compact structure conceived to enhance the experience of Ed Carter’s Chilean tree-inspired sound installation at Wakehurst. Referencing the textured outer layer of the Araucaria Araucana, a native tree of southern Chile, the pavilion offers a quiet space for pause and reflection—bridging sound, landscape, and material memory. The design is minimal and thoughtful, constructed using reclaimed materials sourced from the site and to be built in close collaboration with Wakehurst’s in-house workshop.

Defined by a reduced palette of wood, stone and earth, the structure blends with its surroundings while offering a subtle nod to the distant forests that inspired it. Its modular and prefabricated construction allows for efficiency and adaptability, while its scale remains intimate and grounded. A timber frame, hand-assembled using traditional joinery techniques, rests on low stone and earth elements that anchor the structure to the site. The overall atmosphere is calm and immersive, inviting visitors to engage deeply with the installation through light, sound and texture.

More than a shelter, the pavilion acts as a spatial extension of the installation—establishing a dialogue between two landscapes, and between crafted architecture and natural systems. It is a precise and low-cost intervention that elevates the visitor’s experience through simplicity, material honesty, and thoughtful design.

El pabellón The Bark es una estructura compacta concebida para enriquecer la experiencia de la instalación sonora de Ed Carter, inspirada en los árboles nativos de Chile, en el paisaje de Wakehurst. Tomando como referencia la corteza texturada de la Araucaria Araucana, árbol originario del sur de Chile, el pabellón ofrece un espacio de pausa y contemplación, conectando sonido, paisaje y memoria material. El diseño es mínimo y cuidado, construido con materiales reutilizados del propio sitio y ejecutado en estrecha colaboración con el equipo de taller de Wakehurst.

Definido por una paleta reducida de madera, piedra y tierra, el pabellón se integra naturalmente al entorno, al tiempo que evoca sutilmente los bosques que le dieron origen. Su construcción modular y prefabricada permite eficiencia y adaptabilidad, manteniendo siempre una escala íntima y contenida. Una estructura de madera ensamblada manualmente mediante técnicas tradicionales descansa sobre elementos bajos de piedra y tierra que anclan el volumen al terreno. El ambiente que se genera es sereno e inmersivo, invitando a una experiencia sensorial profunda a través de la luz, el sonido y la textura.

Más que un simple refugio, el pabellón funciona como una extensión espacial de la instalación, generando un diálogo entre dos paisajes, y entre una arquitectura construida y los sistemas naturales que la rodean. Se trata de una intervención precisa y de bajo costo que potencia la experiencia del visitante mediante la simplicidad, la honestidad material y un diseño cuidadosamente articulado.